¿Quién gana con el final de ETA? ¿Y quién pierde?

¿Quién pierde con el fin de ETA?

Vamos a hacer un análisis simple de intereses ante el eventual cese de la violencia de ETA y siendo conscientes de que los partidos políticos y los grupos de presión sólamente se interesan por réditos electorales o monetarios.

Perdería Aralar.

Habida cuenta que lo único que le diferencia de la Izquierda Abertzale es la postura, receta y análisis del por qué de la violencia de ETA, su razón de ser desaparecería. Perdería los poquitos votos que ha logrado arrancar tras años de ilegalización de Batasuna. Si bien es cierto la predicción de un reparto de los votos de Batasuna entre Aralar y PNV ha fallado, y que quien votaba a Batasuna no ha cedido a lo que percibieron como chantaje y prefirieron echar su voto a nulo o a abstención, algunos votos sí arrancó Aralar de los ciudadanos excluidos, pocos, pero algunos.

Con el fin de ETA Aralar desaparecería porque su rasgo difetencial con respecto a Batasuna desaparecería, y con él, Aralar entera. Con Batasuna ilegalizada aprox. 1/5 parte de los votos de ésta fueron fagocitados por Aralar ,pero en los únicos comicios en que la base social abertzale ha podido votar más o menos libremente, las europeas con Iniciativa Internacionalista, Aralar fue barrido. Aún con el hándicap de no poder hacer aquella una campaña electoral con naturalidad. En unas elecciones donde Batasuna concurriera habiendo sido la artífice real del desarme de ETA, Aralar y sus condenas retóricas infructuosas pasaría a ser en pocos años, historia.

Perdería el PSOE.

A dos niveles, a nivel vasco (PSE) y a nivel español (PSOE).

A nivel vasco perdería el gobierno de la CAV con esos más de 100.000 votos sacados de las urnas y echados por el frente PPSOE al puchero/pucherazo/papelera, nuevamente en juego y contando el PSE volvería a ser un partido de oposicion, minoritario, según le corresponde por votos, y aunque importante, ni con los votos de sus aliados naturales del PP conseguiría conformar una mayoría. Habida cuenta de que incluso hoy, la suma de votos nacionalistas emitidos son más de 600.000 y el frente PP/PSOE cuenta con 480.000. EL PSOE necesita esos votos ciudadanos clave, fuera de las urnas a toda costa para poder ocupar el gobierno. Objetivamente no les interesa que ETA deje las armas. Les es asumible un «terrorismo de baja intensidad» que causara 3 o 4 víctimas mortales al año, de las que pudiera seguir sacando rédito electoral como hasta ahora. ETA en vez de ser un elemento desestabilizador para el PSOE es una fuente golosa de votos para el PSE. Durante la actividad violenta de ETA, el PSE ha pasado de tener en 1980 , 9 diputados, a tener en 1994 , 12 diputados, en 1998, 14 diputados, en el 2005, 18 diputados y en la actualidad 25 diputados  . EL dicho «Unos agitan el árbol (ETA) y otros recogen las nueces (PSE)» nunca ha sido objetivamente tan cierto con datos en la mano. ¿Por qué iba a interesarle al PSE el fin de ETA si con ETA gana más? Ningún analista político ni electoral ha hallado una razón consistente.

A nivel estatal y como partido nacionalista español no tendría la excusa permanente de la violencia para abordar el «problema vasco» en sus parámetros políticos, electorales y democráticos, que es en resumen la negativa centralista/imperialista de aceptar que el pueblo vasco quiere algo (indepdencia, soberanía, derechos políticos y autogobierno) que les es vetado desde fuera. y situaría el problema en el mismo punto que la situación catalana, donde la mayoría social tiene una visión nacional y no regional/subordinada, de Cataluña. EL permanente y fructífero objetivo de presentar el problema vasco como un simple problema de orden público, de terrorismo, o de violencia, quedaría hecho añicos, y el problema político aparecería desnudo. En un escenario internacional donde a España no le interesa que se vean desnudos los problemas políticos, sino mezclados y confundidos. La sociedad vasca recordaría el lema nacionalista español de «primero la paz y luego la política» y lo exigiría.

Perdería el PP.

También a dos niveles, el vasco, y el estatal.  A nivel vasco por lo mismo que el PSE, no tendría ni de lejos la posibilidad que tiene ahora de actuar de aliado preferente del PSOE en un gobierno vasco. Y dejaría de medrar a costa de ETA. Basta dar un repaso a los resultados electorales para comprobar cómo ha influido la actividad de ETA en el espectacular aumento de votos del PP.  AP+UCD contaba en el año 1980, con 8 diputados, en el año 1994 contaba con 11 diputados, en el año 1998 , 16 diputados, y en el 2001, 19 diputados. «Unos sacuden el árbol y otros recogen las nueces» otro caso de libro.
A nivel estatal tendrían el mismo problema que el PSOE, sin la existencia de ETA. Ninguna excusa ni posibilidad de tergiversar deseos populares expresados en la urna.

Cierto es que ETA, y la violencia es un caladero de votos en España para ambos partidos, pero como son ambos los que sacan réditos políticos de la existencia de ETA o de los atentados, no habría un perjudicado claro (entre los dos) con la desaparición de ETA en ese sentido. Si acaso se beneficiaría un tercer partido como IU. Pues PP y PSOE no podrían usar el tema de la violencia para ganar votos españoles, cosa que IU nunca ha hecho, o no ha tenido oportunidad de hacer. Pero quedaría como perjuicio electoral en el PV, y como perjuicio en la razón imperialista de estado, la desparición de ETA.

Importante, aunque penoso es hacer un balance del uso de la violencia con motivo electoral. Que en el 2004 fuera un atentado sangriento en Madrid el que diera un vuelco electoral a favor del PSOE puede ser una casualidad, aunque el atentado fue bien gestionado para lograr tal aumento de votos, pero que 4 años más tarde, cuando todo apuntaba nuevamente a una victoria del PP y nuevamente a 3 días de las elecciones ETA asesinara a Isaías Carrasco y volviera a dar un vuelco electoral más que casualidad puede ser hábil utilización de los atentados en propio beneficio, si tenemos en cuenta que durante unos meses ETA se limitó en esa campaña a atentar sólamente contra sedes del partido PSE, y al PP ni lo tocó. ETA proporciona victorias electorales, y eso los partidos lo saben. Pero el PP no le va a la zaga en eso al PSOE. Basta repasar la excelente gestión que hicieron del asesinato de un concejal suyo , M A Blanco, en España y sobretodo en Euskadi. En este sentido el fin de ETA no puede beneficiar más que a IU, por ejemplo.

Perdería el PNV.

El PNV abandera el «nacionalismo no violento», en un escenario de no violencia muchos de los votos que hoy no van a la Izquierda Abertzale por la mezcla de violencia y política, y por el acoso judicial y policial que existe sobre el destinatario de los votos que estos emitirían y a día de hoy, no emiten, saldrían del PNV para volver, o acudir a una fuerza soberanista, con presencia libre en las instituciones (cosa que hoy le está vetada).

Perderían los escoltas, empresas de seguridad privada, y demás gremios incluidos los servicios de espionaje, escuchas a los que da trabajo a granel el Ministerio del Interior a día de hoy.

Muchos pierden, y eso quizás explica por qué a muchos nos parece que en realidad, nadie quiere el fín de ETA.

Euskadi. Manifiesto en aras de un Proceso de Paz. Condiciones básicas.

Manifiesto. Iniciativa popular en favor de los derechos civiles y políticos

Somos muchos y muchas las que, en este país, observamos con preocupación la vulneración de derechos civiles y políticos que se ha ido afianzando durante la última década. El Estado español, y a otro nivel el francés, dirige sus baterías legislativas, ejecutivas, judiciales… hacia un punto en el cual el mero ejercicio público y transparente de la actividad social y política se convierte en delito. Esta estrategia condiciona el presente y el futuro de Euskal Herria.
Así las cosas, creemos que es momento de enfrentarnos a hechos sin parangón en Europa. Y es por eso que debemos poner en marcha instrumentos que, como pueblo, nos permitan revertir la situación, restituir el respeto y la garantía de los derechos civiles y políticos, restablecer la democracia. Una iniciativa en defensa de la expresión libre de personas y colectivos. Un esfuerzo colectivo para crear, impulsar y asegurar una nueva situación en la que las ideas y opiniones latentes en este pueblo vuelvan libres a la plaza pública. Por eso, amparados por declaraciones de organismos internacionales de reconocido prestigio, reclamamos el ejercicio efectivo de los siguientes derechos ineludibles:

Libertad de opinión. Los estados están empleando todas las medidas a su alcance para, más allá de quitar la palabra, incluso desterrar el pensamiento disidente en Euskal Herria. Se impone así un verdadero estado de excepción que censura reclamaciones legítimas y afecta de manera irremediable a la libertad de pensamiento.

Libertad de expresión El cierre de medios de comunicación, la limitación de la libre participación en ruedas de prensa, conferencias, actos públicos, la criminalización, en definitiva, de la expresión de ciertas ideas, incluso sentimientos, impide la participación popular en la vida política. Esto certifica la defunción de un estado que tal vez alguna vez se quiso considerar de derecho.

Libertad de asociación. La ilegalización de organismos populares, el encarcelamiento de ciudadanos y ciudadanas que participan en ellos y la prohibición de sus actividades es muestra del autoritarismo y del monopolio que el estado quiere hacer del derecho a organizarse.

Libertad de manifestación. La continua restricción en la convocatoria de manifestaciones pacificas y la violencia con que se ejecuta esta prohibición, con muestras cada vez más vergonzosas de brutalidad policial, nos revela la verdadera faz de sus responsables y sus gestores políticos.

Derecho a la intimidad y privacidad. La proliferación de tecnologías de vigilancia y de control social, el espionaje a organismos políticos, el almacenamiento y utilización de datos personales en ficheros secretos… medidas justificadas en el todopoderoso concepto de ‘‘seguridad’’, conllevan una agresión a la esfera privada de la persona, siendo esto el ingrediente más definidor de un estado policial.

Derecho de acceso a la justicia. La criminalización de la actividad pública y la extensión exacerbada del término ‘‘terrorismo” se ha propagado, como una metástasis, a toda la administración de justicia. La arbitrariedad y la politización han arraigado definitivamente en el poder judicial. La posibilidad de encontrar justicia para quienes sufren el atropello, en muchas ocasiones generado por la propia administración de justicia, es inexistente.

Derecho de sufragio activo. El derecho a votar en las elecciones está bajo sumario, restándosele a toda la ciudadanía el derecho de optar por ciertas expresiones políticas, impedidas como están para desarrollar el papel que en una verdadera democracia se presupone a los partidos políticos. El diálogo político aparece definitivamente criminalizado.

Derecho de sufragio pasivo Miles de personas son impedidas de ejercer su derecho a presentarse en candidaturas electorales, empleándose contra ellos términos como “contaminados”, “infiltrados”, “parasitados”, “listas blancas y negras”, que trasluce una forma de pensar y actuar por parte del estado absolutamente discriminatoria. El término apartheid contra sectores de ciudadanía en continua expansión cobra todo su significado.

Derecho a una reparación y restitución democrática. La involución en los derechos civiles y políticos nos obliga a exigir la reparación y superación de la actual situación sin demora y sin excusas. La regeneración del espacio de participación democrática en Euskal Herria es inaplazable, ineludible e inexcusable. El restablecimiento de un sistema de libertades, absolutamente inapreciable hoy en día y la restitución del ejercicio de los derechos civiles y políticos más elementales es una prioridad que reivindicamos con absoluta determinación.

ADIERAZI-EH
30 de Enero de 2010

Comunicado de ETA. ETA abandona la lucha armada.

Comunicado de Euskadi Ta Askatasuna al pueblo vasco.

Dos veces hemos tocado el cielo con los dedos. Dos veces se nos ha negado. La crisis que el soberanismo vive tras Lizarra, agravada por el fracaso de las conversaciones de Loiola, está siendo aprovechada por el sistema político español para reforzar la persecución policial-judicial iniciada en los noventa. Decíamos hace poco que los soberanistas pueden caer en un estado de shock paralizante, y que ése es el objetivo del ataque.

El reciente brindis de nuestro lehendakari por la misma España que le procesa y no dudaría en encarcelarle puede ser una señal de que ese estado de regresión ha llegado ya a los sectores soberanistas más pusilánimes. Mientras tanto, los sectores más comprometidos, que son los que están sufriendo especialmente, en vez de brindar por España -sólo faltaba-, hacen brindis al sol. Otra señal del estado de shock incipiente.

En los procesos de cambio político, el alcance de la reforma se mide a la luz del grado de alineamiento de las élites sociales y políticas. Por eso, la pugna entre las élites favorables y contrarias al cambio por articularse y desarticularse recíprocamente es incesante.

En este sentido, la estrategia de guerra judicial busca impedir la articulación y alineamiento de las élites sociales y políticas soberanistas y, como consecuencia, reforzar el alineamiento de las elites sistémicas, centrales y periféricas. Como bien dijo César, divide et impera.

Antes de lanzarse a cualquier reforma, el Estado necesita que los soberanistas estén divididos. Ya lo están. Por eso, la reforma, que resultaba inasumible en los tiempos de Lizarra, es posible a corto plazo. Es posible porque, como siempre, los que se oponen al cambio -PP y PSOE- están unidos en lo fundamental, y los que desean el cambio están fracturados. Por eso tienen Estado, por eso no lo tenemos todavía.

El diagnóstico que se ha divulgado estos días, por obvio, no parece discutible: existen sin duda sectores nacionalistas, alineados con las élites estatales, que buscan reeditar un ciclo autonómico. El quid está en la terapia: ¿cuál es el mejor modo de evitarlo, de alinear y articular a las élites soberanistas y dividir a las sistémicas?

No hay recetas fáciles, pero los pasos que se están dando últimamente no parecen muy acertados. La persistencia de un núcleo duro independentista no es amenaza suficiente para unos gestores estatales y autonómicos larga y cómodamente asentados en el conflicto y que posiblemente temen más a un hipotético día después que a la revuelta política limitada resultante de un nuevo contubernio estatutario que vuelva a dejar fuera una parte del país.

Por eso, la pregunta es sencilla: ¿Qué temen los inmovilistas de toda laya? El alineamiento de un bloque soberanista civil y democrático. ¿En qué estado se encuentra ese bloque? Maltrecho. ¿Cómo puede rearticularse? No con las actuales estrategias políticas.

La trinidad soberanista sigue sin asumir que el liderazgo del cambio debe ser compartido o no será. Por un lado, el sedicente soberanismo jeltzale plantea un desafío al Estado poco creíble: el limitado compromiso del partido con su lehendakari, la incoherencia intrínseca de Lakua -un gobierno soberanista no puede privatizar la sanidad pública ni debería cooperar en la persecución judicial- y la fundada sospecha de que bajo la buena voluntad de algunos está el cálculo electoral de otros no parece que vayan a permitir la articulación de una mayoría social potente, imprescindible para el éxito de la famosa hoja de ruta. Por otro lado, los sectores sociales soberanistas no encuadrados en la izquierda abertzale organizada llevan mucho tiempo a la expectativa, quizás demasiado: temerosos ante el compromiso de asumir un protagonismo político que se les antoja excesivo, naturalmente desconfiados ante liderazgos ajenos, ya sean institucionales o vanguardistas. Y finalmente la izquierda abertzale no parece valorar que el actual desalineamiento soberanista se acrecentará en la medida en que se refuercen otros mecanismos ya conocidos, especialmente la radicalización y la espiral centrífuga en el ámbito discursivo y de la acción colectiva.

Más allá del acercamiento ético, que nunca debe postergarse -cualquier objetivo legítimo no justifica cualquier sufrimiento injusto-, en las actuales circunstancias políticas la entrada en una nueva espiral de violencia tiene como consecuencia directa e indiscutible la desarticulación de los espacios soberanistas vascos. Esa misma espiral que presumiblemente debería hacer inevitable una reedición del proceso negociador es la que impide la acumulación de fuerzas imprescindible para que cualquier negociación no vuelva a fracasar. La contradicción interna del paradigma político-militar es insalvable.

Los últimos acontecimientos están mostrando hasta qué punto el sistema desea provocar una espiral de violencia de estas características. El trato inhumano a los detenidos y la insistencia en la dinámica ilegalizadora sólo buscan provocar una reacción en espiral, una reacción que coloque en la peor posición posible a una reivindicación nacional vasca crecientemente desarticulada. Una reacción que, incluso, arrastre al abismo a un gobierno socialista perfectamente prescindible si de lo que se trata es de gestionar un escenario de victoria casi total sobre el enemigo interior. Un escenario de reforma epidérmica para el que el Estado siempre encontrará comparsas en este lado.

Otro mecanismo claro y casi inevitable en los momentos de represión es el cierre de filas. Es en cierto modo lógico que en esta coyuntura el debate estratégico abertzale quede en suspenso. Pero en política la acción estratégica debe superar los automatismos y las justificaciones autoindulgentes en favor del cálculo de oportunidad y eficacia: ¿a quién beneficia cada decisión? ¿Qué modelo de acción es el más conveniente en esta coyuntura histórica?

Los movimientos sociales se debaten entre tres modelos de acción colectiva: la política de poder, la política de influencia y la de identidad. La izquierda abertzale ha priorizado desde su origen una política de poder alternativo al sistema -ese estado especular que diría mi amigo Letamendia- que le ha permitido sostener su posición anti-sistémica a lo largo de las últimas décadas. Esta política de poder, de naturaleza claramente vanguardista pero no exenta de vocación articulatoria -unidad popular-, está claramente en crisis.

Tras Lizarra y la exitosa extensión del marco discursivo autodeterminista, una política de poder entendida como articulación hegemónica alternativa sólo se puede llevar a cabo con un modelo de acumulación de fuerzas menos vanguardista, más horizontal, con liderazgos realmente compartidos. Ante el temor a perder el liderazgo -el monopolio del significante vacío «Euskal Herria»- y el terror a caer en la banalidad de la política de influencia y convertirse en un actor más en la política al uso -un interés particular entre otros, más o menos influyente, pero con las mismas armas inanes que los demás-, la izquierda abertzale está siendo tentada por la política de identidad: la reducción a una comunidad autocentrada de convencidos que no abandona sus señas de identidad históricas, pero renuncia de facto a la pretensión de configurar un proyecto hegemónico. Su incansable y valioso capital humano, su compromiso histórico con el país no merecen ese final.

Así, a estas alturas, no se puede pensar que, más allá de la coyuntura inmediata, la estrategia adecuada estribe en un viraje hacia discursos y prácticas de cerrazón grupal -una nueva larga marcha de regreso a un 1976 en el que la historia ni siquiera llegue a repetirse como farsa-, una vuelta a una política que dinamita puentes, que busca al enemigo más odioso entre los únicos aliados posibles. Por el contrario, es momento de tender puentes. Es momento de pontificar, valga la ironía. Pues los puentes no sólo sirven para que huyan los votantes o pasen los carroñeros. Los puentes fijan las riberas, aseguran las posiciones y conectan, alinean a las fuerzas sociales y políticas que desean un cambio democrático, sean o no abertzales. Es hora de renunciar a protagonismos y pretensiones hegemónicas internas, aparcando unas formas de resistencia que desacumulan fuerzas, tienen unos costes éticos y políticos inasumibles y reportan beneficios que sólo se miden en términos de reforzamiento sistémico. Y hay que asumir al tiempo compromisos colectivos reales, aunque sean de mínimos. Aun cuando esos compromisos no supongan compartir absolutamente modelos de vida y desarrollo, ni, incluso, fidelidades nacionales claras. Napoleón dixit: «únete para la lucha, sepárate para vivir».

Por eso, es momento de arriesgar. Y deben hacerlo en mayor medida los que más tienen que perder, los sectores soberanistas y progresistas que se rebelan contra las doctrinas del shock que, al tiempo, recortan libertades civiles y derechos sociales. Así, los que no deseen entramparse nuevamente en una mera reforma autonómica deberían saber que ni con el resistencialismo estéril de unos ni con la autosatisfacción testimonial de otros vamos a lograr un cambio político real.

Finalmente, en esa lucha democrática nos debe animar una constatación: el poder judicial es siempre el último recurso del Estado. Es un arma temible, de destrucción masiva, cruel e inhumana, pero es su última arma disponible e,
indefectiblemente, pierde eficacia ante gente desarmada. Pues, como bien dijo Hannah Arendt, poder y violencia son términos contrapuestos. Y ante el poder del pueblo nada puede la violencia del Estado.

26 de Enero de 2008

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Bueno, aunque parezca un pequeño truco , porque este no es un comunicado real de ETA, quiero hacer la siguente reflexión, la persona que ha escrito este artículo se llama Mario Zubiaga. Según los jueces que juzgaron el caso 18/98 esta persona encausada en la pieza «Josemi Zumalabe» es miembro de ETA, todavía más, dicen, a pesar de militar en una asociación que siempre se ha posicionado en contra de la violencia y a favor de métodos como la desobediencia civil u otros para la consecución de fines políticos, que estas asociaciones son «Las entrañas y el corazón de ETA». En la medida en que «cuestionan al estado» o que apuestan por la «construcción nacional vasca» o la «independencia» (da igual por qué método).

Tenemos pues la paradoja de que en teoría, el que ha escrito este artículo en esencia pacifista, y contrario a la violencia éticamente, políticamente, y por oportunidad histórica, es «dirigente de ETA».
Así pues, aunque el Título del post es impactante, eso de oir «ETA abandona la lucha armada», en rigor, según los jueces que han sacado del juego político y social a asociaciones y partidos políticos, es verdad.

Reflexionemos sobre la paradoja de un sistema judicial que a una persona o asociación, que clama (eso sí para el objetivo político que sea, independencia o el que sea) por la no violencia como forma de acción, pueda ese sistema judicial como digo, confundir lo que son objetivos políticos con medios utilizados para conseguir tales fines, y decretar, con suma gravedad la prisión como «corazón y entrañas de ETA» a quien ni se considera a sí mismo de ETA, ni es violento, y se posiciona en contra de la violencia.

Mario Zubiaga está condenado por el juicio del 18/98 que ha dado con 47 personas recientemente en prisión, profesores, abogados, personas de 50. 60 y hasta 70 años de edad, todas ellas militantes de asociaciones civiles no-violentas, o legales en su tiempo, ninguna de ellas inmersa en acto violento ninguno a penas tan graves como 10 o 15 años de cárcel, y con consideación tan grave como «terrorista» o «dirigente de banda terrorista».

¿Puede ser alguien de ETA sin saberlo porque está cuestionando al estado o quiere cambiarlo? Parece ser que sí, si lo que busca o pretende es la independencia o discutir el marco de decisión en el País Vasco.

Por cierto, quien escribe el post, suscribe el artículo de Mario Zubiaga, tanto en lo referente al análisis político actual, como en lo referente a las consideraciones del método.

Artículo original:

«Divide et impera»

Mario Zubiaga profesor de la Universidad del País Vasco y condenado en el sumario 18/98

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10 comentarios

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Nynaeve dijo

Un Estado no debería regirse por «asociaciones de ideas» mucho menos su judicatura. Un terrorista, empuña un arma y mata. Está dentro del entramado de la banda, significa hacer alguna acción en ella. Jamás por asociación de ideas, «tú piensas lo mismo que él tú eres tan terrorista como él» puede dar lugar a una persecución. Así nos encontramos en la paradoja que vivimos en una democracia que persigue a ETA no por ser una organización terrorista, sino por su ideología independentista.

O eso, o no se entiende, que se cerque a las asociaciones culturales, a las sociales, a las de comunicación.

Y lo que menos se entiende, es que un país que ha vivido una dictadura como la nuestra acepte y hasta aplauda esta situación.

Cuando leí el texto por primera vez me pareció muy coherente, cuando me dijiste que le han encarcelado en el jucio 18/98, me di cuenta de que cada vez entiendo menos. Así que ahora un pacifista es «dirigente de ETA», pues no es por nada, pero estamos de enhorabuena, por lo que a ETA nos concierne y de muy malahora, por lo que a judicatura y estado de derecho.

Al final una se pregunta si es que no hemos asumido tanto las maneras del franquismo que hasta nos parecen normales 

Un beso 

tirita dijo

La verdad es que en el proceso ese del 18/98 se ha dado una situación bastante subrealista. La misma sentencia es un compendio de razones políticas y ninguna alusión a la violencia, a los atentados, o base real para integración con banda armada ninguna. Aún así el increible argumento de «desestabilizar el estado beneficia a ETA y por tanto eres de ETA» hará que esta sentencia sea estudiada en el futuro de España por los estudiantes de derechos como ejemplo de la ductilidad de la ley, y de la preponderancia de la voluntad previa de condena sobre las pruebas, los datos, o las argumentaciones jurídicas.

Esta sentencia es literatura política.

extranjero dijo

Cada vez veo más claro que, si ETA ha logrado persistir durante tanto tiempo, es por culpa de, primero, ETA y, segundo, un estado que quiere meter en el mismo saco a los que ven como un peligro para el mismo estado: los que exigen pacificamente la independencia.

De ahí este afán de condenar y prohibir a todo lo que no conviene.

Me parece muy lógico luchar contra los violentos. Entiendo también que hay que actuar contra su financiación. Pero a partir de allí poco o nada más.

Desgraciadamente hay quien no descansará hasta haber metido la mayoría de los vascos entre rejas. Sea como sea. Hasta quedarse con el ejemplo «democrático» de Lizartza, con el PP como único partido en las elecciones (incluso un político con Atutxa ya está condenado y probablemente hasta Ibarreche y Patxi López seguirán por el mismo camino)……….

Que pena que el título no sea cierto, eso primero.
La verdad es que se juntan ahí demasiadas ideas, algunas no muy afortunadas, como decir que es el estado el que quiere encarcelar a Ibarretxe, pues claro, y a mi, si cometo un delito. Y que conste que me parece la cosa mas zafia y burda del mundo el proceso al Lehendakari.
En lo demás, si este señor es dirigente de ETA, no sé por qué esta sigue con su amenaza, no lo entiendo.
De todos modos, como dice extranjero, es cierto que hay sectores ultras de la derecha a los que les gustaría ver a todos los vascos, catalanes o de otro pensamiento en la cárcel, no es nuevo, ya lo han hecho cuarenta años, pero eso no engloba a todos los españoles. Yo hasta cierto punto puedo comprender que si fuese vasco o catalán, y desde Madrid se me llamase usurero, bruto, decimonónico, etc, como se hace con ellos, me haría nacionalista tal vez, aunque esto poco tiene que ver con ETA y ya me estoy saliendo por las ramas.

Saludos.

extranjero dijo

Lo que está decepcionando mucho es que gran parte de la izquierda sigue el juego del PP. Blanco = «nosotros», negro = «ellos». «Ellos» = ETA, Batasuna, PCTV, ANV, Egin, Segi, Egunkaria, Atutxa, Ibarreche. Anda, digo Ibarreche….? Llegamos hasta Patxi López. También parte del «entorno de ETA»? Pues, entonces también Zapatero, Conde Pumpido, etc etc etc……….

Es hora para. por fin, establecer CRITERIOS para decidir lo que es ETA y lo que ya no. Porque hasta ahora sobre todo la izquierda (y soy muy de izquierdas) habla del culo (lo siento) cuando hablan del «entorno de ETA».

Los criterios no están en las leyes. Y desde luego no están en la justicia española, esta misma justicia española de que la izquierda sabe tan de maravilla que está dominada por la derecha rancia. Cuando conviene, porque cuando se trata de «ETA», de repente, vivimos en un estado de derecho democrático con todas las garantías etc etc etc. Pos, no. Los mismos órganos que tan bien sabemos criticar cuando se trata de otros asuntos (lo del Jueves, por ejemplo), defendemos como una auténtica maravilla cuando se trata de «ETA».

tirita dijo

Toca ilegalizar

El filósofo Javier Sádaba considera una pérdida de tiempo analizar el aspecto jurídico del proceso de ilegalización de EAE-ANV y EHAK, toda vez que, según el autor, no es más que un adorno. En este artículo se centra en la ausencia de voces de denuncia en el Estado español, concluyendo que «uno de los escollos con los que choca la izquierda española más real es Euskal Herria».

Tanto EAE-ANV como EHAK-PCTV van a ser ilegalizados. Son dos, se dice, las vías por las que van a desaparecer de la vida política. Una es la administrativa, referida a un invento llamado Ley de Partidos y promovida por la abogacía del Estado y el fiscal general; y la otra, la penal y en donde decidirá el juez Garzón. Las vías podían haber sido cinco, como las de Santo Tomás para demostrar la existencia de Dios o diez, como los mandamientos. Este juego de madeja jurídica nos deja indiferentes a más de uno. No en su contenido, desde luego, sino en su forma. Hablen de lo que hablen, no se trata sino de la escenificación de una decisión que se toma con el cinismo propio con el que obra el Estado cuando le interesa. Tocaba ilegalizar y se ha hecho. El resto es adorno. Pocos pueden dudar de que es así y mucho es el descaro que hay que tener para negarlo. Por eso, introducirse en las entrañas legales de tal ilegalización lo considero una pérdida de tiempo. Más aún, lo que han hecho no me sorprende en absoluto. Y si alguien pudo tener alguna esperanza de que con este gobierno las cosas serían distintas, lo único que puedo decir es que les rodeaba una extraña ingenuidad; o una culpable ignorancia.

Lo curioso, por tanto, no es que se actúe usando interesadamente la justicia, que es lo que se ha hecho siempre y en función de mantener el poder. Lo curioso es que pocas o ninguna voz (recientemente, nobleza obliga, se ha puesto en marcha un manifiesto de protesta) se alcen en el territorio español para denunciar con fuerza lo que está sucediendo; es decir, privar del derecho a voto a una parte nada despreciable de Euskal Herria; y eso independientemente del valor que uno le dé a votar o no votar. Permítaseme, en este punto, recurrir a mi experiencia personal. En el último mes, y entre otras cosas, me han llamado a participar en el Foro Social Mundial o en la Plataforma para encausar a Aznar por la invasión de Irak. Me parece muy bien. Pero nadie me ha llamado ni a mí ni, en lo que conozco, a nadie para discutir y tomar postura sobre lo que está ocurriendo en nuestra tierra. Es como si este tipo de problemas se hubieran tachado de la agenda de cualquier programa de la izquierda. Es como si los restos de un pensamiento resistente ante el poder en curso se hubieran secado en lo que atañe el País Vasco. Por miedo, por desencanto, por indiferencia o por otros motivos pseudoideológicos, la soledad es total y el desierto no permite ver el más mínimo oasis.

Se objetará que han sido los defectos achacables a la izquierda abertzale los que han producido tales actitudes. No seré yo quien niegue que una seria autocrítica es necesaria en las filas del independentismo vasco. Pero de ahí a la dejación total hay un abismo. Porque existe el derecho a la libre autodeterminación con su consiguiente aplicación real y no ficticia, a la libertad ideológica que no tiene por qué acomodarse a éste u otro partido ya domesticado, y a no aceptar los límites de todo tipo que imponen los estados existentes. Y, sobre todo, porque la gente realmente demócrata ha de llegar hasta el final, ser consecuente; ser, en suma, radicalmente demócratas. Y lo que está ocurriendo, por el contrario, es la anulación de la democracia.

Recientemente un veterano y admirable abertzale me expresaba su decepción por la pasividad general ante lo que él llamaba «la caza del vasco». No sabría muy bien qué contestarle. Por un lado, no es el momento para cargar las tintas sobre los defectos antes apuntados. Y, por otro, no puedo por menos que constatar una vez más que uno de los escollos con los que choca la izquierda española más real es Euskal Herria. En este caso suele suspender. Quién sabe si habrá un septiembre para aprobar. Pero entre suspenso y aprobado, ¿no se tendrían que haber cuidado más las relaciones con otros pueblos, empezando por los más cercanos?

Javier Sádaba filósofo

Artículo original

imerburu dijo

si este titular fuese cierto, me veo al PP montando un estanco.

tirita dijo

Infundios sobre la Fundación Joxemi Zumalabe

Por Fernando Olalde Arbide

Quien más y quien menos ha conocido algo sobre el transcurrir del juicio 18/98 y la sentencia condenatoria hecha pública el pasado 19 de diciembre. En lo que respecta a los miembros de la Fundación Joxemi Zumalabe, con imputaciones inconsistentes y hasta incoherentes, se nos ha condenado a penas de 9 o 10 años de cárcel al atribuirnos un delito de colaboración con ETA en materia de desobediencia civil. Una auténtica pesadilla.

Mi actual situación de libertad provisional bajo fianza me permite proclamar públicamente que la sentencia se equivoca, que nada de lo que afirma respecto de la Fundación responde a la verdad y que las condenas impuestas son radicalmente injustas. En el presente caso, la “verdad judicial” nada tiene que ver con la “verdad material”.

La Fundación no tiene ni ha tenido ninguna relación con KAS o EKIN. Menos aún ha seguido ningún criterio impuesto o promovido por ETA, ni ha impulsado ninguna actividad anteriormente controlada por ASK. Debo afirmar tajantemente que la Fundación ha actuado, actúa y actuará siempre con criterios de plena independencia, sin seguir instrucciones de nadie, ni mucho menos, aceptar imposiciones.

Escribo “actuará” en futuro, porque a la Fundación no se le ha ilegalizado ni en el transcurso de todo el proceso ni en esta última sentencia. La Fundación sigue funcionado con todos sus derechos y con sus objetivos de favorecer la formación, la comunicación y el trabajo en común de grupos y movimientos sociales plurales. La Fundación ha sido valorada por distintas y variadas instancias que han requerido de su interlocución para mediar ante intereses a veces contrapuestos. Prueba de ello ha sido los 85 testigos (a los que, por cierto, agradecemos desde aquí su colaboración) de todo de ideologías y colores, que declararon en el juicio acerca de las actividades de la Fundación y de sus miembros. Tales testimonios han sido injustamente menospreciados por la sentencia dictada, pero creemos son importantes y sumamente reveladores de la realidad de las cosas muy alejadas la realidad que “construye” la sentencia.

Una entidad tan poco sospechosa de simpatías con ETA como es Eusko Ikaskuntza nos encargó en el año 2000 un trabajo de “diagnóstico participativo de la sociedad civil” para su XV Congreso. El trabajo se presentó en noviembre de 2001 cuando ya estábamos procesados y en libertad provisional a la espera de juicio. El Congreso fue inaugurado por el lehendakari, señor Ibarretxe, y por los diputados generales de las tres Diputaciones de Araba, Bizcaia y Guipúzcoa, el presidente del Congreso, don Xabier Alkorta, a la sacón director general de Kutxa, nos felicitó por la labor realizada. ¿Puede alguien en su sano juicio pensar que esas personas puedan invitar a participar en sus actividades a algún organismo sobre el que pese la más mínima sombra de colaboración con ETA?

La Fundación también dinamizó, durante los años 2001-2002, la secretaría en la coordinación de una treintena de radios locales libres y comerciales para la creación de un centro de producción y distribución telemática de programación. Entre otras, participaron Euskalherria Irratia de Pamplona y Herri Irratia, de Donostia. Todos los participantes felicitaron a la Fundación pro el exquisito equilibrio mantenido para no primar ni desmejorar a unas sobre otras.

La Fundación participó en la organización de la celebración del primer y único Foro Social de Euskal Herria celebrado en Gastéiz en junio del 2003. Nuestra labor fue altamente valorada por el conjunto de los casi 60 grupos participantes. No sólo nadie se sintió manipulado sino que se reconoció que sin esa labor de mediación de la Fundación hubiera sido difícil sacarlo adelante. Así lo declaró Mikel Noval, de ELA, en el juicio, al que acudió como testigo.

La Guía de Organismos y Movimientos Sociales tiene más de 1.500 entradas, correspondientes a otros tantos organismos que quisieron que su nombre y sus datos figuraran en la misma. Desde su publicación se encuentra a la venta en cualquier librería. Nadie ha visto intereses espurios en ella, salvo la sentencia.

En la iniciativa Herria Mugi, surgida en el marco de unas jornadas de debate y reflexión dinamizadas por la fundación y que ha celebrado cuatro encuentros anuales (1999 – 2002), han participado grupos de todo tipo, condición y color. Han tenido su propia dinámica y han alcanzado sus propias conclusiones. Ningún control existió sobre las mismas. La Fundación sólo posibilitó el encuentro. Esa amplia variedad de grupos nos avala y desmiente ningún tipo de control y/o manipulación.

Otro puntal condenatorio de la sentencia dictada es atribuirnos la condición de ser instrumento de ETA para socializar una supuesta estrategia de desobediencia civil. La sentencia describe esa presunta estrategia haciendo alusión al carnet de identidad vasco, las selecciones deportivas nacionales, la insumisión fiscal y el boicot a las loterías y quinielas. La Fundación nada tiene que ver cono ninguna de esas reivindicaciones. Pero en todo caso, debe señalarse que personas, cuya posición de frontal oposición a ETA es pública y notoria, declararon como testigos en el juicio señalando que tiene el DNI vasco y que apoyan la reivindicación de selecciones deportivas nacionales (Joseba Egibar, presidente del GBB del PNV; Ramón Labaien, ex consejero de culura del Gobierno Vasco y ex alcalde de Donosita). Responsables del Movimiento de Objeción de Conciencia, de ideología obviamente incompatible con cualquier tipo de violencia u organización militar, declararon que la insumisión fiscal es una reivindicación histórica y tradicionalmente defendida por su movimiento. ¿Dónde está la sumisión a la estrategia de ETA?.

Las 40.000 personas que el pasado 29 de diciembre apoyaron la reivindicación de las selecciones deportivas nacionales acudiendo al estadio de San Mamés a presenciar el encuentro entre las selecciones de fútbol de Euskal Herria y Cataluña ¿también actuaban al dictado de ETA? Y los altos representantes institucionales de las comunidades autónomas del País Vasco, Cataluña y Galiza que, con tal motivo, suscribieron un compromiso de reivindicación e impulso de las citadas selecciones ¿también lo hacían siguiendo una estrategia de ETA? Resulta absurdo y ridículo.

Los miembros de la Fundación tienen muy diferente grado de identificación e interés por la cuestión de la desobediencia civil. La Fundación como tal nunca se ha pronunciado al respecto, ni lo hará, porque no le corresponden ningún tipo de pronunciamiento específico, ni en ésta, ni en cualquier otra cuestión. La Fundación no hace campañas. En todo caso, no está de más señalar que desde mi punto de vista es incompatible el impulso de la desobediencia civil y el ejercicio de la violencia.

Nadie puede colaborar con ETA sin saberlo ni quererlo. En el País Vasco no todo lo que se mueve en torno a los movimientos sociales pertenece a estructuras de las izquierda abertzale ni, mucho menos, a ETA, aunque desde el poder establecido se pretenda esa identificación PARA criminalizar y anular las iniciativas alternativas. Dentro de esos movimientos e iniciativas somos muchos lo que no admitimos manipulaciones de estructuras politizadas y pensamos que el accionar de ETA es, además de vulneradora de derechos humanos, nefasta para el progreso político de nuestro pueblo.

Es realmente injusto y doloroso encontrarse en una tesitura en la que se te condena a largos años de prisión porque se te imputa colaborar con algo que tajantemente rechazas.

La Bombilla Fotógrafa dijo

Yo lo que alucino es que se haya condenado a este hombre, con este mensaje, por 9 o 10 años, por colaboración con banda armada.

¿Colaboración en qué? ¿A qué?…

La verdad es que, esto es un ejemplo de que lo que se está persiguiendo a la idea del independentismo, así ya que pasábamos por Valladolid… , el Pisuerga ha permitido que a río revuelto, se cometan injusticias como estas…