EL PSOE contra ANV, su aliado de trincheras y gobiernos

ANV y PSOE. Historia.

Los promotores de la ilegalización de ANV llevan las mismas siglas del partido con el que compartió trinchera en el 36, Gobierno Vasco durante muchos años y hasta Consejo de Ministros varios meses, hubo un ministro ekintzale (De ANV) en el Gobierno del dirigente del PSOE Juan Negrín. Nada menos que 550 gudaris de ANV murieron por la República y frente al fascismo. Ninguno de ellos habría sospechado entonces que el PSOE cambiaría de bando y se apoyaría en la derecha posfranquista para intentar sacarle del mapa legal español.

Más de medio millar de vidas de gudaris de EAE-ANV, partido que por aquel entonces apenas sumaba seis años de trayectoria, se quedaron para siempre en los campos de batalla de las Intxortas, Bizkargi, Albertia o Sollube en el combate contra el fascismo. Corrían los años 1936 y 1937, en los que EAE-ANV compartía con el PSOE presencia en el Frente Popular y hasta participación en dos gobiernos: el vasco de José Antonio Agirre y el español de Juan Negrín (aunque la historia sea muy poco conocida, hubo un ministro ekintzale -Tomás Bilbao- en uno de los ejecutivos estatales que intentaron detener el avance franquista). Echar la vista atrás, por tanto, hace más sangrante la decisión de los herederos de las siglas del PSOE de ilegalizar al histórico partido abertzale y alinearse así con los sucesores ideológicos de Franco.

La cadena de las relaciones entre ambos partidos tiene eslabones antes, durante y después del conflicto bélico. Hasta 1936, ANV y PSOE coincidieron -con matices y altibajos- en la defensa de la II República y el impulso a un Estatuto para los territorios vascos. Y después seguirían juntos durante muchas décadas tanto en el Gobierno Vasco en el exilio como en los sucesivos acuerdos antifranquistas.

Con todo, la alianza que por sus características debería resultar indestructible es la tejida en el campo de batalla. Un espacio en el que EAE-ANV se desangró materialmente y desde el primer momento, al contrario de lo que harían fuerzas como el PNV, que no se implicaron con decisión en la defensa de la República hasta que el PSOE dio luz verde al Estatuto y se formó el Gobierno Vasco, en octubre de 1936.

«ANV, el otro nacionalismo» (Eduardo Renobales, Editorial Txalaparta, 2005) resume aquel ejemplo de heroísmo, iniciado cuando, nada más generalizarse el golpe de Estado fascista, militantes ekintzales y milicianos de izquierda trataron de frenar el paso a Gipuzkoa de las columnas carlistas que llegaban desde Nafarroa, hasta la caída de Irun el 5 de setiembre. La implicación de ANV era coherente con su integración en el Frente Popular, con el que había concurrido a las elecciones de 1936 en la mayor parte de los herrialdes, en alianza con el PSOE y otras fuerzas. Otro tanto habían hecho ya en 1931, en el seno del denominado Bloque Antimonárquico, tanto en las elecciones municipales como en las estatales.

En ambos casos, ANV no dudó en trazar esta alianza con el objetivo de impulsar un Estatuto autonómico para Hego Euskal Herria y un nuevo diseño federal y laico para el conjunto del Estado. Lo hizo por encima de sus divergencias internas… y de episodios más espinosos, como la muerte de uno de sus militantes (Hermenegildo Alvariño) a manos de pistoleros socialistas el día de las elecciones de 1933. Por cierto, las de 1931 y 1936, en que concurrió con el PSOE, serían las elecciones más exitosas de la historia de EAE-ANV, hasta llegar a las pasadas municipales de mayo de 2007.

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En primera línea del frente

 

La implicación de ANV del sacrificio de ANV. Se calcula la cifra de 550 combatientes muertos. Sus bajas alcanzaron el 23% frente a una media en la guerra fue mucho más allá de lo que correspondía a un partido incipiente y con una implantación muy desigual. Por aportar un dato referencial, en las municipales de 1931 sumó en los cuatro herrialdes 36 concejales frente a los 163 del PSOE, los 330 republicanos, los 508 jeltzales y los 2.750 monárquicos.
Con sus gudaris se conformaron tres grandes batallones, unidades que agrupaban a una media de unos 700 soldados, y dos menores. Aproximadamente uno de cada cinco combatientes ekintzales perdería la vida peleando contra el franquismo. Tras unos primeros meses de resistencia caótica -en los que los voluntarios de EAE-ANV tuvieron un papel decisivo en la defensa de Donostia frente a los amotinados en los cuarteles de Loiola o en el María Cristina-, en noviembre el Gobierno Vasco de Agirre lograría estructurar un ejército formado por 25.000 hombres englobados en 33 batallones (entre ellos los cuatro de ANV). Ekintzale era uno de los cinco comisarios generales, Luis Ruiz de Agirre; al mismo nivel, por tanto, que el PSOE, que aportaba otro cargo de este rango. Ekintzales serían también dos de los principales jefes militares, Saseta y Ordoki. Y ekintzale fue el responsable del Servicio Cartográfico y Topográfico, Uribe-Etxeberria. Como recuerda Renobales, Ordoki sería luego comandante del Batallón Gernika, estructurado dentro del Ejército francés y que ayudó a detener a los nazis, a quienes -por cierto- sobrevivió al lanzarse del camión en el que lo llevaban para fusilarlo.

Los datos objetivos son concluyentes general situada en torno al 10%. Hubo dos momentos especialmente trágicos: la batalla de Albertia, junto a Legutio, donde el partido celebra su fiesta anual en la actualidad, y los combates de Areces, en el intento de recuperar el control de Oviedo, la capital asturiana. En ambas ofensivas se produjeron más de 800 bajas ekintzales, entre heridos y muertos.

Unas 300 se registraron en las faldas del Albertia, en la que fue la mayor ofensiva del Ejército vasco recientemente constituido. Peleó allí durante casi un mes -desde el 30 de noviembre hasta el 24 de diciembre- con casi todos sus batallones. Pero la victoria fue franquista. «Aquí tuvimos nuestro Irak», afirmaba un superviviente en una reciente conmemoración oficial.

Pese al desprecio con que el PNV ha tratado tradicionalmente a ANV, aquel esfuerzo ha sido reconocido incluso por dirigentes jeltzales tan poco sospechosos de afinidad a la izquierda abertzale como Josu Jon Imaz. En el último Alderdi Eguna, Imaz se refería a EAE-ANV como «una sigla histórica llena de dignidad y heroísmo».

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Compañeros en dos gobiernos

La lógica dinámica de la guerra y del Ejército vasco -que actuaba de modo ciertamente independiente respecto a Madrid- hizo que en aquellos años EAE-ANV se aproximara paulatinamente al PNV en detrimento del PSOE y, por ejemplo, abandonara el Frente Popular. Sin embargo, la lealtad al proyecto republicano y antifascista quedó plasmado en agosto de 1938, cuando el ekintzale Tomás Bilbao Hospitalet, que había sido teniente alcalde de Bilbo y cónsul de la República en Perpinyá, fue reclamado por el Gobierno legítimo estatal para formar parte del Consejo de Ministros, en calidad de ministro sin cartera. Ocuparía el puesto del jelkide Manuel de Irujo. El PNV dio su conformidad a que el cargo pasara a ANV, y Bilbao desempeñó la cartera entre agosto de 1938 y abril de 1939 a las órdenes del socialista Juan Negrín. Compartiría ejecutivo con cinco dirigentes del PSOE, cinco republicanos, uno del PCE, otro de la CNT y uno más de ERC. La dirección de ANV vaciló, pero aceptó la decisión de Bilbao y le dio su apoyo.

Desde la perspectiva actual, no deja de ser impactante encontrar un ministro de ANV en un gobierno del PSOE. Más tarde, en 1946, otro presidente español en el exilio, Giral, volvería a llamar a Bilbao para reclamar su presencia en un ejecutivo reconstituido, pero entonces la oferta fue rechazada.

Si aquel episodio ha quedado como una rareza histórica, la coincidencia de ANV y PSOE en sucesivos gobiernos vascos en el exilio sería una constante hasta después de la muerte de Francisco Franco. En el primero formado por José Antonio Agirre en octubre de 1936 participaban cuatro representantes del PNV, tres del PSOE y uno de ANV. Era Gonzalo Nardiz, al que se encomendó el área de Agricultura. Ekintzales y socialistas integrarían los ejecutivos mantenidos después en el exilio, y ambos partidos darían su visto bueno -como componentes del llamado Consejo Consultivo Vasco- al nombramiento como lehendakari de Jesús María Leizaola tras la muerte de Agirre.

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Juntos contra Franco

Tan poco conocida como la presencia de Tomás Bilbao en el Gobierno de Madrid resulta la cooperación puntual de ANV y PSOE en la iniciativas de unidad de acción antifranquista. «ANV, el otro nacionalismo» o «El péndulo patriótico» recogen algunos episodios.

Ya en 1945, ambos coinciden en el Pacto de Baiona, suscrito por los partidos y sindicatos vascos y que entre otras cosas supone la reafirmación del Estatuto de Autonomía y del Gobierno Vasco en el exilio como referencia. Además, en 1947 el PSOE ofrece al partido abertzale la posibilidad de integrarse en la plataforma Solidaridad Española, lo que no deja dudas de que lo considera de nuevo como un aliado. ANV declina la invitación con buenas palabras. «No podemos pactar con aquellos que no se declaren abiertamente resueltos a reconocer el Estatuto de Autonomía reconocido por la República y protegerlo contra cualquier ataque», había afirmado poco antes su Comité Nacional en una nota titulada «La voz del interior a nuestros hermanos del exterior».

Diez años después, por impulso del socialista Enrique Tierno Galván, tomaría cuerpo el Pacto de París, en el que ekintzales y jeltzales, así como sindicalistas de STV, unen su firma con la del PSOE para abogar por un gobierno democrático que pueda preparar unas elecciones que decidan la forma política del futuro Estado español. Puro voluntarismo, queda claro, pero a la vez nueva muestra contundente de que ANV y PSOE estaban en el mismo lado.

Mientras tanto, en el interior un representante ekintzale y otro socialista comparti- rían filas en el llamado Consejo Delegado del Gobierno de Euskadi en Navarra. En 1970, ambos partidos coincidirían en consejos similares para los otros herrialdes, también sin efectividad alguna. Por último, en setiembre de 1974 ANV, PNV y PSOE estampaban su firma en un mismo documento destinado a remarcar que en 1936 había tomado cuerpo un «frente nacional» liderado por Agirre en el que se había practicado «la lucha armada contra la rebelión».

Mirando ya al futuro, los firmantes tomaban entonces posiciones para el escenario posfranquista que se avecinaba comprometiéndose a exigir «un régimen provisional en Euzkadi paralelo al régimen provisional español» y a reivindicar que «de la misma manera que Navarra se ha incorporado a nuestra lucha común de resistencia, ocupe también el puesto que legítimamente le está reservado en el Estatuto de Autonomía». No pasarían muchos años antes de que el PSOE acometiera un espectacular giro en este terreno.

Incluso después de la muerte de Franco se puede encontrar una cierta sintonía entre el PSOE y ANV. En la confusa fase previa de las elecciones estatales del 15 de junio de 1977, tras los días en que el PNV descartó en Txiberta alcanzar una unidad de acción con la izquierda abertzale que hubiera cambiado el futuro, la firma de ANV se encuentra en el denominado «compromiso autonómico» junto a las de PNV, PSOE, ESEI, PC o DCV; el partido abertzale compartiría incluso listas con el PSN en Nafarroa, en el llamado «frente autonómico» que concurrió al Senado. En el resto concurrió por su cuenta, y los resultados del conjunto del partido fueron malos.

A partir de ahí, superada otra de sus crisis internas, ANV se ubicaría inequívocamente en el ámbito de la izquierda abertzale, a la que había puesto pilares ideológicos desde 1930, y su camino apenas se rozaría con el del PSOE. El partido mantuvo en cualquier caso su plena independencia orgánica, tanto tras la conformación de la Mesa Nacional de Herri Batasuna en 1979 como a la culminación del proceso Batasuna, en 2001. En el año 2005, con motivo del día de San Andrés, varias organizaciones de la izquierda abertzale suscribirían un manifiesto presentado públicamente en el que se reconocía a Batasuna y ANV como diferentes expresiones políticas de la izquierda abertzale. Un texto que, paradójicamente, la Abogacía del Estado ha llevado ahora a los tribunales afirmando que de él se desprende justo lo contrario.

EAE-ANV fue relegalizado sin traba alguna por el sistema posfranquista en 1977 y así ha seguido funcionando durante 30 largos años bajo gobiernos de UCD, PP y PSOE. Hasta la actualidad.

La última reunión con el PSE

Los caminos de PSOE y ANV en los últimos años apenas se han cruzado. Dentro de la izquierda abertzale, el partido de Rodríguez Zapatero ha priorizado la interlocución con Batasuna, aunque sólo en una ocasión se celebrara un contacto con carácter público. Pero sí hubo una reunión entre PSOE y ANV hace ya varios meses, según confirmaron a GARA fuentes ekintzales. En ella, la representación del PSE estuvo encabezada por el dirigente guipuzcoano Alberto Buen -representante de Política Municipal dentro de la Ejecutiva del PSE-. En la mesa se constataron las diferencias, pero se acordó también seguir hablando. El PSOE ha preferido ilegalizar

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El partido que fusionó la lucha de clases con el abertzalismo

No es de extrañar que ANV y PSOE tuvieran coincidencias desde el inicio de su historia, porque los ekintzales fueron la primera formación inequívocamente de izquierdas en el ámbito del nacionalismo vasco, hasta entonces copado por el PNV de Sabino Arana. ANV optó por dotar al abertzalismo de contenido social, fusionándolo con el concepto de la lucha de clases (de hecho, muchos de sus primeros afiliados eran de zonas marcadamente obreras como Barakaldo). Además, eliminó el concepto de la raza que había impregnado el discurso de Arana, a la vez que daba prioridad a otras cuestiones como la lengua. E introdujo dos concepciones que tendrían enorme futuro hasta llegar a la actualidad: en primer lugar, la de la decisión popular -luego formulada como derecho de autodeterminación-como clave de bóveda del abertzalismo, en detrimento de cuestiones como los apellidos; y en segundo lugar, la defensa de la autonomía como logro gradual hasta llegar al objetivo final de la independencia. Junto a ello, la apuesta por el laicismo le acercaba a las posiciones del PSOE y ahondaba aún más la brecha inicial respecto al PNV.

El Manifiesto de San Andrés, texto fundacional de EAE-ANV, da muestra de todo ello: prioriza la unidad con los abertzales, pero innova al apostar también por «colaborar» con los partidos españoles «que reconozcan los derechos de las colectividades nacionales a disponer de sus destinos; que tiendan a una estructuración del Estado español menos utilitarista que la actual; que mejor garanticen los derechos individuales, incompatible con todo sistema de dictadura, arbitrariedad o poder personal; que resuelvan con mayor espíritu de justicia y equidad los problemas sociales; que reduzcan el Ejército a la esfera de su propia función, con derogación de la Ley de Jurisdicciones; y, en fin, que propugnen un régimen jurídico-político más en armonía con los imperativos democráticos bajo los que ha vivido y quiere vivir nuestro país».

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Los batallones de EAE-ANV

Cinco batallones formados o integrados por militantes de EAE-ANV se dejaron la piel en la refriega antifranquista. Sus datos han sido recopilados por el historiador Eduardo Renobales:

  • Número 6, ANV-1 o Batallón Olabarri. Batallón de infantería formado oficialmente en octubre de 1936 y que homenajea al primer muerto en combate de ANV: Claudio Olabarri, Txato, fallecido en peñas de Aia. Estaba conformado por 688 gudaris y participó en la batalla de Albertia, dejando atrás más de 150 muertos. Luego luchó en Gorbeia, Durango, Sollube, Bizkargi, Orduña o Artzeniega, y también en Santoña-Laredo. Una de sus compañías acudiría también a Asturias a reforzar a ANV-II.
  • Número 23, ANV-2 o Batallón Eusko Indarra. Se formó en octubre de 1936 y llegaría a englobar más de 800 gudaris con sede en la sociedad donostiarra Eusko Indarra, situada en la calle 31 de agosto. Participó en la defensa de Gipuzkoa y en el asalto a Albertia antes de acudir a Asturias. Allí debió cruzar el río Nalón mediante gabarras en estado enemigo y bajo el fuego rival; Eusko Indarra debía pasar en tercer lugar, pero decidió tomar la cabeza por ser el batallón más curtido. Iba comandado por Cándido Saseta, uno de los jefes militares más carismáticos y capacitados del Ejército vasco. Saseta cayó en Asturias, en la batalla de Areces.
  • Número 68 o ANV-3. Se formó en abril de 1937, con la participación de 468 gudaris y con José Zapirain como comandante. Aun estando incompleto, tuvo que acudir a frentes como el de Sollube o Artxanda. ANV decidió finalmente disolverlo al encontrarse muy mermado, en vísperas de la caída de Bilbo, y envió a los supervivientes a cubrir las bajas del Olabarri y el Eusko Indarra.
  • Ingenieros número 8 o Askatasuna. Con Isidro Olaizola como comandante, se formó en abril de 1937 y estaba formado por zapadores. Su trabajo de fortificación sin cobertura de ninguna clase y muy cerca del enemigo le provocó numerosas bajas.
  • Batallón Gordexola. Aunque ha sido considerado como un batallón jelkide, en realidad lo integraban muchos militantes de ANV de Barakaldo que al estallar la guerra habían sido expulsados por no acatar el ingreso en el Frente Popular. Tomaba su nombre de la localidad en la que las tropas castellanas invasoras fueron derrotadas en 1355. El batallón se formó en octubre de 1936, y tendría unos 750 gudaris. Combatió en Elgeta, Sollube o Artxanda.

Fuente, archivos.

notimeforlove

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Nynaeve dijo

¿Cómo se puede cambiar tanto? y ¿quienes cambian? ¿Todos? o es que o hacemos en caminos diferentes. ETA es una cosa, una organización terrorista. La Izquierda Abertzale no lo es, ni el entorno social de ETA, porque si esto fuera así, serían a 200.000 a los que habría que encerrar. Las cosas tienen su medida y sus formas y si no se consigue parar la violencia que se está produciendo desde «ambos» lados, lo único que pasará es que ganará el odio y perderemos todos.

Violencia y no-violencia. El poder, la contra al poder y la renuncia al poder

Con permiso de Mario Zubiaga,

Ver: Artículo Original publicado

e indirectamente de todas las personas que él leyó, voy a citarle un párrafo

<<Finalmente, en esa lucha democrática nos debe animar una constatación: el poder judicial es siempre el último recurso del Estado. Es un arma temible, de destrucción masiva, cruel e inhumana, pero es su última arma disponible e, indefectiblemente, pierde eficacia ante gente desarmada. Pues, como bien dijo Hannah Arendt, poder y violencia son términos contrapuestos. Y ante el poder del pueblo nada puede la violencia del Estado>> ——————————

y darle vueltas a su últma frase, para llegar y conectar con esta otra frase de Darío Ergas en la que concuerdo

<<El único modo de disminuir la violencia es desconcentrando el poder.
El único modo de desconcentrar el poder es modificándolo sin violencia. >>

Bueno, para mí incorrecto es que poder y violencia sean términos contrapuestos como dide Arendt. Poder y violencia son consustanciales, no lo mismo pero sí inseparables.
Es obvio que el poder debe utilizar la violencia para sostenerse y perpetuarse, entenderemos por violencia toda acción y voluntad encaminada a negar la expresión de la voluntad o intencionalidad en otro ser y dominar alguna parte de su vida o decisiones, utulizando eso sí, diferentes tipos de «expresiónes de violencia». La violencia física incluida, que en general suele ser la última y más evidente pero que antes ya se han utilizado otras expresiones de violencia.

VIolencia física todos sabemos lo que es, es tanto el acto extra-legal o ilegal, como el legal. Es parar a alguien que se niega a ser detenido y persiste en seguir su camino libremente, oponiendo una fuerza física para pararlo, algo tan simple como eso es violencia, violencia legal. Violencia es ordenar la intervención violenta en alguna zona del planeta esté esta orden sustentada por más o menos gente, o por un sistema establecido o no.

Pero hay muchas más violencias, violencia es mantener en un sistema econócico con la finalidad de mantener atadas a las personas a dicho poder, o negar los recursos o acceso a la riqueza a unos mientras se favorece a otros. VIolencia psicológica hay de muchos tipos. Está la simple amenaza velada o menos velada de que se va a ejercer la violencia física si el sujeto o los sujetos no se someten «voluntariamente». Es violencia psicológica basada en la física, o bien de una amenaza futura, o bien de experiencias dolorosas pasadas, que al ser sugeridas y evocadas producen violencia psicológica encaminada al sometimiento al poder.

Violencia psicológica mezclada con física por ejemplo, sería a dos niveles la ejercida por EEUU a su población (psicológica) para obtener apoyo para hacer violencia física en otro lugar (Iraq). Me explico. La utilización consciente del miedo,o de la mentira, o de la promoción de intereses egoístas como exacerbador de emociones que vayan a sustentar una eventual acción de violencia física en otro lado, es violencia psicológica. Causar miedo en la población para inhibir sus respuestas, o para lograr doblegar alguna resistencia (como la no aceptación de medidas impopulares para convertirlas en aceptables) es violencia psicológica.

Violencia psicológica es la «idiotización» del pueblo, esta idiotización resumida en la frase «pan y circo» tiene como objeto manipular a las personas en sus posibles intencionalidades propias y matanerlas ciegas y por tanto acepten el poder a que son sometidas o acepten medidas que el poder va a tomar. VIolencia psicológica es la manipulación de la información cuando esta es encaminada a producir determinada respuesta buscada en la población. De todas ellas y de más, se hace valer el poder o bien para automantenerse, o bien para lograr la autorización de «su gente» para actuar contra otros grupos, pueblos, personas individuales, sectores, o naciones.

VIolencia psicológica es como he dicho exacerbar pasiones y miedos, utilizando sentimientos básicos, utilizando a las víctimas para lograr respuestas en la población, no de solidaridad humana, sino respuestas violentas o que llegarán a causar violencia encaminadas a otros fines, en todo caso fin violento si encamina a doblegar voluntades o someterlas.

Violencia psicológica es la infusión de moralidades y creencias obligatorias que anulan la libertad interna del sujeto. Haciéndole comportarse de manera «patrón previsible y obligado». Es anular la libertad. Es inculcar un sistema de valores (el del mismo poder) por el que el propio sujeto se va a autosometer.

VIolencia es hacer un sistema de partitocracia que desconecta el poder decisorio real de las gentes de las decisiones del poder, haciendo el poder un simple sillón por el que disputan dos empresa/partido. Y hacer pensar que «todo es inútil porque el sistema funciona así» siendo en realidad una maquinaria partidaria/institucional que se autoregula para desconectar el poder real del pueblo.

Bueno, sentada la base de lo que es la violencia, y de cómo la utiliza el poder, la pregunta es. ¿Cómo es puede romper una dinámica y esquema de violencia psicológica o de dominación inherente hasta ahora a todo poder? ¿Se puede hacer sin oponer ninguna resistencia de ningún tipo y sin hacer nada? Evidentemente no. Hacer hay que hacer algo. EL poder se encuentra en su salsa cuando existe la «extraordinaria placidez» de un sometimiento aceptado y nadie lo cuestiona.

Pero alto, el poder se autorefuerza cuando a su violencia se le enfrenta violencia. ¿Por qué? Porque el poder concentrado o instituido cuenta con mecanismos para reforzarse ante su gente u acumular más fuerzas y hacer más violencia todavía que cualquier grupo que le acose. Es más, el simple hecho de que se le acose violentamente, deja en evidencia al volento que acosa al poder, porque el poder sabe cómo aparecer como víctima, y reclamar apoyos para ejercer más violencia a su vez.
Por otro lado una consideración, si nuestro interés es desconcentrar el poder, o desactivar un sistema violento en cuanto a sometedor de voluntades y en cuanto a violento en su naturaleza, no podemos decir que validamos la violencia como método aceptable ¿Por qué? Porque aún en el caso de ganar, lo único que habríamos hecho no es acabar con el poder, sino cambiar el sujeto y poner otro poder violento u otra naturaleza violenta del poder. Incluso en el caso que el que hace violencia tras desestabilizar el poder, optara por no tomarlo, otro lo tomaría, y sin verdadera concienciación popular acerca de los intereses de la revolución de la no-violencia, el nuevo poder sería asímismo violento. Lo hemos visto en la URSS, lo hemos visto en Cuba. EN el fondo lo hemos visto en todos los contrapoderes, porque el contrapoder es otro poder.

¿Entonces? Pues parece claro, ló único que puede cambiar el poder es cierta acción que pueda poner en evidencia las contradicciones del sistema, que pueda concienciar a la gente a que sea realmente conciente de la trama que el poder tiene echada sobre él, para que cuando el poder le «pida» autorizaciones para hacer violencia, no le sea fácil conseguirla engañando a la gente opr medio de la violencia psicologica, económica o física.

La única manera de lucha efectiva, para ser consecuentes, y para ser eficientes, es la no-violenta, pero no la no-acción. Es preferible que la gente se exponga a la violencia desmedida del poder para hacer evidente sus contradicciones (como hizo Gandhi) a no hacer nada. Es preferible hacer algo que «moleste» pero que no sea violento, para llamar la atención de la propia gente que sustentamos el poder. Podemos recordar aquí la efectividad a largo plazo de las luchas «simbólicas» de Green peace, de las mujeres mártires en el reclamo de su derecho a voto, etc, para constaar, que a la gente se la despierta haciendo algo, pero no poniendo bombas, sino algo que haga poner la atención en ello, o algo que haga que el poder muestre su «molestia» incluso aunque fuera de forma desmesurada.

Así pues para resumir:

  1. EL poder es violencia o se sustenta en ella. Violencia es someter voluntades de personas o pueblos, y violencia es el método que se utiliza para ello.
  2. Que la violencia del poder se sustente en votaciones, y en la «legitimidad» que estan otorguen para hacer violencia en otros o en alguna parte, es una coyuntura histórica más, pero es de hacer notar que a las poblaciones de un poder, ese poder tiene que hacerles violencia psicológica incluso para que les dé el visto bueno para que someta al grupo que se propone someter, (y a todo el pueblo en definitiva).
  3. La mejor manera de cambiar eso es hacer algo, (parece evidente pero no lo es tanto).
  4. La única manera efectiva de hacer algo es hacerlo de manera no-violenta, ganándose las adhesiones de la gente que el poder necesita para validar la acción violenta o la intención violenta de dominio.
  5. Y la única manera moral de hacer algo es hacerlo de manera no-violenta, porque hacerlo de manera violenta supone que en realidad, no se quiere desconcentrar o humanizar el poder, sino cambiar el sujeto de poder, y perpetuar el poder violento como sistema político/social.

Aplicando esto en el País Vasco tenemos dos cosas, es un error continuar en la violencia,y
2. es falso que la opción del sistema es la no-violencia. Deactivar la violencia del estado es tarea de todos también , al menos de los que opten por un sistema creciente de libertades.
No sirve la una sin la dos, ni la dos sin la una.

notimeforlove

Comunicado de ETA. ETA abandona la lucha armada.

Comunicado de Euskadi Ta Askatasuna al pueblo vasco.

Dos veces hemos tocado el cielo con los dedos. Dos veces se nos ha negado. La crisis que el soberanismo vive tras Lizarra, agravada por el fracaso de las conversaciones de Loiola, está siendo aprovechada por el sistema político español para reforzar la persecución policial-judicial iniciada en los noventa. Decíamos hace poco que los soberanistas pueden caer en un estado de shock paralizante, y que ése es el objetivo del ataque.

El reciente brindis de nuestro lehendakari por la misma España que le procesa y no dudaría en encarcelarle puede ser una señal de que ese estado de regresión ha llegado ya a los sectores soberanistas más pusilánimes. Mientras tanto, los sectores más comprometidos, que son los que están sufriendo especialmente, en vez de brindar por España -sólo faltaba-, hacen brindis al sol. Otra señal del estado de shock incipiente.

En los procesos de cambio político, el alcance de la reforma se mide a la luz del grado de alineamiento de las élites sociales y políticas. Por eso, la pugna entre las élites favorables y contrarias al cambio por articularse y desarticularse recíprocamente es incesante.

En este sentido, la estrategia de guerra judicial busca impedir la articulación y alineamiento de las élites sociales y políticas soberanistas y, como consecuencia, reforzar el alineamiento de las elites sistémicas, centrales y periféricas. Como bien dijo César, divide et impera.

Antes de lanzarse a cualquier reforma, el Estado necesita que los soberanistas estén divididos. Ya lo están. Por eso, la reforma, que resultaba inasumible en los tiempos de Lizarra, es posible a corto plazo. Es posible porque, como siempre, los que se oponen al cambio -PP y PSOE- están unidos en lo fundamental, y los que desean el cambio están fracturados. Por eso tienen Estado, por eso no lo tenemos todavía.

El diagnóstico que se ha divulgado estos días, por obvio, no parece discutible: existen sin duda sectores nacionalistas, alineados con las élites estatales, que buscan reeditar un ciclo autonómico. El quid está en la terapia: ¿cuál es el mejor modo de evitarlo, de alinear y articular a las élites soberanistas y dividir a las sistémicas?

No hay recetas fáciles, pero los pasos que se están dando últimamente no parecen muy acertados. La persistencia de un núcleo duro independentista no es amenaza suficiente para unos gestores estatales y autonómicos larga y cómodamente asentados en el conflicto y que posiblemente temen más a un hipotético día después que a la revuelta política limitada resultante de un nuevo contubernio estatutario que vuelva a dejar fuera una parte del país.

Por eso, la pregunta es sencilla: ¿Qué temen los inmovilistas de toda laya? El alineamiento de un bloque soberanista civil y democrático. ¿En qué estado se encuentra ese bloque? Maltrecho. ¿Cómo puede rearticularse? No con las actuales estrategias políticas.

La trinidad soberanista sigue sin asumir que el liderazgo del cambio debe ser compartido o no será. Por un lado, el sedicente soberanismo jeltzale plantea un desafío al Estado poco creíble: el limitado compromiso del partido con su lehendakari, la incoherencia intrínseca de Lakua -un gobierno soberanista no puede privatizar la sanidad pública ni debería cooperar en la persecución judicial- y la fundada sospecha de que bajo la buena voluntad de algunos está el cálculo electoral de otros no parece que vayan a permitir la articulación de una mayoría social potente, imprescindible para el éxito de la famosa hoja de ruta. Por otro lado, los sectores sociales soberanistas no encuadrados en la izquierda abertzale organizada llevan mucho tiempo a la expectativa, quizás demasiado: temerosos ante el compromiso de asumir un protagonismo político que se les antoja excesivo, naturalmente desconfiados ante liderazgos ajenos, ya sean institucionales o vanguardistas. Y finalmente la izquierda abertzale no parece valorar que el actual desalineamiento soberanista se acrecentará en la medida en que se refuercen otros mecanismos ya conocidos, especialmente la radicalización y la espiral centrífuga en el ámbito discursivo y de la acción colectiva.

Más allá del acercamiento ético, que nunca debe postergarse -cualquier objetivo legítimo no justifica cualquier sufrimiento injusto-, en las actuales circunstancias políticas la entrada en una nueva espiral de violencia tiene como consecuencia directa e indiscutible la desarticulación de los espacios soberanistas vascos. Esa misma espiral que presumiblemente debería hacer inevitable una reedición del proceso negociador es la que impide la acumulación de fuerzas imprescindible para que cualquier negociación no vuelva a fracasar. La contradicción interna del paradigma político-militar es insalvable.

Los últimos acontecimientos están mostrando hasta qué punto el sistema desea provocar una espiral de violencia de estas características. El trato inhumano a los detenidos y la insistencia en la dinámica ilegalizadora sólo buscan provocar una reacción en espiral, una reacción que coloque en la peor posición posible a una reivindicación nacional vasca crecientemente desarticulada. Una reacción que, incluso, arrastre al abismo a un gobierno socialista perfectamente prescindible si de lo que se trata es de gestionar un escenario de victoria casi total sobre el enemigo interior. Un escenario de reforma epidérmica para el que el Estado siempre encontrará comparsas en este lado.

Otro mecanismo claro y casi inevitable en los momentos de represión es el cierre de filas. Es en cierto modo lógico que en esta coyuntura el debate estratégico abertzale quede en suspenso. Pero en política la acción estratégica debe superar los automatismos y las justificaciones autoindulgentes en favor del cálculo de oportunidad y eficacia: ¿a quién beneficia cada decisión? ¿Qué modelo de acción es el más conveniente en esta coyuntura histórica?

Los movimientos sociales se debaten entre tres modelos de acción colectiva: la política de poder, la política de influencia y la de identidad. La izquierda abertzale ha priorizado desde su origen una política de poder alternativo al sistema -ese estado especular que diría mi amigo Letamendia- que le ha permitido sostener su posición anti-sistémica a lo largo de las últimas décadas. Esta política de poder, de naturaleza claramente vanguardista pero no exenta de vocación articulatoria -unidad popular-, está claramente en crisis.

Tras Lizarra y la exitosa extensión del marco discursivo autodeterminista, una política de poder entendida como articulación hegemónica alternativa sólo se puede llevar a cabo con un modelo de acumulación de fuerzas menos vanguardista, más horizontal, con liderazgos realmente compartidos. Ante el temor a perder el liderazgo -el monopolio del significante vacío «Euskal Herria»- y el terror a caer en la banalidad de la política de influencia y convertirse en un actor más en la política al uso -un interés particular entre otros, más o menos influyente, pero con las mismas armas inanes que los demás-, la izquierda abertzale está siendo tentada por la política de identidad: la reducción a una comunidad autocentrada de convencidos que no abandona sus señas de identidad históricas, pero renuncia de facto a la pretensión de configurar un proyecto hegemónico. Su incansable y valioso capital humano, su compromiso histórico con el país no merecen ese final.

Así, a estas alturas, no se puede pensar que, más allá de la coyuntura inmediata, la estrategia adecuada estribe en un viraje hacia discursos y prácticas de cerrazón grupal -una nueva larga marcha de regreso a un 1976 en el que la historia ni siquiera llegue a repetirse como farsa-, una vuelta a una política que dinamita puentes, que busca al enemigo más odioso entre los únicos aliados posibles. Por el contrario, es momento de tender puentes. Es momento de pontificar, valga la ironía. Pues los puentes no sólo sirven para que huyan los votantes o pasen los carroñeros. Los puentes fijan las riberas, aseguran las posiciones y conectan, alinean a las fuerzas sociales y políticas que desean un cambio democrático, sean o no abertzales. Es hora de renunciar a protagonismos y pretensiones hegemónicas internas, aparcando unas formas de resistencia que desacumulan fuerzas, tienen unos costes éticos y políticos inasumibles y reportan beneficios que sólo se miden en términos de reforzamiento sistémico. Y hay que asumir al tiempo compromisos colectivos reales, aunque sean de mínimos. Aun cuando esos compromisos no supongan compartir absolutamente modelos de vida y desarrollo, ni, incluso, fidelidades nacionales claras. Napoleón dixit: «únete para la lucha, sepárate para vivir».

Por eso, es momento de arriesgar. Y deben hacerlo en mayor medida los que más tienen que perder, los sectores soberanistas y progresistas que se rebelan contra las doctrinas del shock que, al tiempo, recortan libertades civiles y derechos sociales. Así, los que no deseen entramparse nuevamente en una mera reforma autonómica deberían saber que ni con el resistencialismo estéril de unos ni con la autosatisfacción testimonial de otros vamos a lograr un cambio político real.

Finalmente, en esa lucha democrática nos debe animar una constatación: el poder judicial es siempre el último recurso del Estado. Es un arma temible, de destrucción masiva, cruel e inhumana, pero es su última arma disponible e,
indefectiblemente, pierde eficacia ante gente desarmada. Pues, como bien dijo Hannah Arendt, poder y violencia son términos contrapuestos. Y ante el poder del pueblo nada puede la violencia del Estado.

26 de Enero de 2008

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Bueno, aunque parezca un pequeño truco , porque este no es un comunicado real de ETA, quiero hacer la siguente reflexión, la persona que ha escrito este artículo se llama Mario Zubiaga. Según los jueces que juzgaron el caso 18/98 esta persona encausada en la pieza «Josemi Zumalabe» es miembro de ETA, todavía más, dicen, a pesar de militar en una asociación que siempre se ha posicionado en contra de la violencia y a favor de métodos como la desobediencia civil u otros para la consecución de fines políticos, que estas asociaciones son «Las entrañas y el corazón de ETA». En la medida en que «cuestionan al estado» o que apuestan por la «construcción nacional vasca» o la «independencia» (da igual por qué método).

Tenemos pues la paradoja de que en teoría, el que ha escrito este artículo en esencia pacifista, y contrario a la violencia éticamente, políticamente, y por oportunidad histórica, es «dirigente de ETA».
Así pues, aunque el Título del post es impactante, eso de oir «ETA abandona la lucha armada», en rigor, según los jueces que han sacado del juego político y social a asociaciones y partidos políticos, es verdad.

Reflexionemos sobre la paradoja de un sistema judicial que a una persona o asociación, que clama (eso sí para el objetivo político que sea, independencia o el que sea) por la no violencia como forma de acción, pueda ese sistema judicial como digo, confundir lo que son objetivos políticos con medios utilizados para conseguir tales fines, y decretar, con suma gravedad la prisión como «corazón y entrañas de ETA» a quien ni se considera a sí mismo de ETA, ni es violento, y se posiciona en contra de la violencia.

Mario Zubiaga está condenado por el juicio del 18/98 que ha dado con 47 personas recientemente en prisión, profesores, abogados, personas de 50. 60 y hasta 70 años de edad, todas ellas militantes de asociaciones civiles no-violentas, o legales en su tiempo, ninguna de ellas inmersa en acto violento ninguno a penas tan graves como 10 o 15 años de cárcel, y con consideación tan grave como «terrorista» o «dirigente de banda terrorista».

¿Puede ser alguien de ETA sin saberlo porque está cuestionando al estado o quiere cambiarlo? Parece ser que sí, si lo que busca o pretende es la independencia o discutir el marco de decisión en el País Vasco.

Por cierto, quien escribe el post, suscribe el artículo de Mario Zubiaga, tanto en lo referente al análisis político actual, como en lo referente a las consideraciones del método.

Artículo original:

«Divide et impera»

Mario Zubiaga profesor de la Universidad del País Vasco y condenado en el sumario 18/98

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10 comentarios

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Nynaeve dijo

Un Estado no debería regirse por «asociaciones de ideas» mucho menos su judicatura. Un terrorista, empuña un arma y mata. Está dentro del entramado de la banda, significa hacer alguna acción en ella. Jamás por asociación de ideas, «tú piensas lo mismo que él tú eres tan terrorista como él» puede dar lugar a una persecución. Así nos encontramos en la paradoja que vivimos en una democracia que persigue a ETA no por ser una organización terrorista, sino por su ideología independentista.

O eso, o no se entiende, que se cerque a las asociaciones culturales, a las sociales, a las de comunicación.

Y lo que menos se entiende, es que un país que ha vivido una dictadura como la nuestra acepte y hasta aplauda esta situación.

Cuando leí el texto por primera vez me pareció muy coherente, cuando me dijiste que le han encarcelado en el jucio 18/98, me di cuenta de que cada vez entiendo menos. Así que ahora un pacifista es «dirigente de ETA», pues no es por nada, pero estamos de enhorabuena, por lo que a ETA nos concierne y de muy malahora, por lo que a judicatura y estado de derecho.

Al final una se pregunta si es que no hemos asumido tanto las maneras del franquismo que hasta nos parecen normales 

Un beso 

tirita dijo

La verdad es que en el proceso ese del 18/98 se ha dado una situación bastante subrealista. La misma sentencia es un compendio de razones políticas y ninguna alusión a la violencia, a los atentados, o base real para integración con banda armada ninguna. Aún así el increible argumento de «desestabilizar el estado beneficia a ETA y por tanto eres de ETA» hará que esta sentencia sea estudiada en el futuro de España por los estudiantes de derechos como ejemplo de la ductilidad de la ley, y de la preponderancia de la voluntad previa de condena sobre las pruebas, los datos, o las argumentaciones jurídicas.

Esta sentencia es literatura política.

extranjero dijo

Cada vez veo más claro que, si ETA ha logrado persistir durante tanto tiempo, es por culpa de, primero, ETA y, segundo, un estado que quiere meter en el mismo saco a los que ven como un peligro para el mismo estado: los que exigen pacificamente la independencia.

De ahí este afán de condenar y prohibir a todo lo que no conviene.

Me parece muy lógico luchar contra los violentos. Entiendo también que hay que actuar contra su financiación. Pero a partir de allí poco o nada más.

Desgraciadamente hay quien no descansará hasta haber metido la mayoría de los vascos entre rejas. Sea como sea. Hasta quedarse con el ejemplo «democrático» de Lizartza, con el PP como único partido en las elecciones (incluso un político con Atutxa ya está condenado y probablemente hasta Ibarreche y Patxi López seguirán por el mismo camino)……….

Que pena que el título no sea cierto, eso primero.
La verdad es que se juntan ahí demasiadas ideas, algunas no muy afortunadas, como decir que es el estado el que quiere encarcelar a Ibarretxe, pues claro, y a mi, si cometo un delito. Y que conste que me parece la cosa mas zafia y burda del mundo el proceso al Lehendakari.
En lo demás, si este señor es dirigente de ETA, no sé por qué esta sigue con su amenaza, no lo entiendo.
De todos modos, como dice extranjero, es cierto que hay sectores ultras de la derecha a los que les gustaría ver a todos los vascos, catalanes o de otro pensamiento en la cárcel, no es nuevo, ya lo han hecho cuarenta años, pero eso no engloba a todos los españoles. Yo hasta cierto punto puedo comprender que si fuese vasco o catalán, y desde Madrid se me llamase usurero, bruto, decimonónico, etc, como se hace con ellos, me haría nacionalista tal vez, aunque esto poco tiene que ver con ETA y ya me estoy saliendo por las ramas.

Saludos.

extranjero dijo

Lo que está decepcionando mucho es que gran parte de la izquierda sigue el juego del PP. Blanco = «nosotros», negro = «ellos». «Ellos» = ETA, Batasuna, PCTV, ANV, Egin, Segi, Egunkaria, Atutxa, Ibarreche. Anda, digo Ibarreche….? Llegamos hasta Patxi López. También parte del «entorno de ETA»? Pues, entonces también Zapatero, Conde Pumpido, etc etc etc……….

Es hora para. por fin, establecer CRITERIOS para decidir lo que es ETA y lo que ya no. Porque hasta ahora sobre todo la izquierda (y soy muy de izquierdas) habla del culo (lo siento) cuando hablan del «entorno de ETA».

Los criterios no están en las leyes. Y desde luego no están en la justicia española, esta misma justicia española de que la izquierda sabe tan de maravilla que está dominada por la derecha rancia. Cuando conviene, porque cuando se trata de «ETA», de repente, vivimos en un estado de derecho democrático con todas las garantías etc etc etc. Pos, no. Los mismos órganos que tan bien sabemos criticar cuando se trata de otros asuntos (lo del Jueves, por ejemplo), defendemos como una auténtica maravilla cuando se trata de «ETA».

tirita dijo

Toca ilegalizar

El filósofo Javier Sádaba considera una pérdida de tiempo analizar el aspecto jurídico del proceso de ilegalización de EAE-ANV y EHAK, toda vez que, según el autor, no es más que un adorno. En este artículo se centra en la ausencia de voces de denuncia en el Estado español, concluyendo que «uno de los escollos con los que choca la izquierda española más real es Euskal Herria».

Tanto EAE-ANV como EHAK-PCTV van a ser ilegalizados. Son dos, se dice, las vías por las que van a desaparecer de la vida política. Una es la administrativa, referida a un invento llamado Ley de Partidos y promovida por la abogacía del Estado y el fiscal general; y la otra, la penal y en donde decidirá el juez Garzón. Las vías podían haber sido cinco, como las de Santo Tomás para demostrar la existencia de Dios o diez, como los mandamientos. Este juego de madeja jurídica nos deja indiferentes a más de uno. No en su contenido, desde luego, sino en su forma. Hablen de lo que hablen, no se trata sino de la escenificación de una decisión que se toma con el cinismo propio con el que obra el Estado cuando le interesa. Tocaba ilegalizar y se ha hecho. El resto es adorno. Pocos pueden dudar de que es así y mucho es el descaro que hay que tener para negarlo. Por eso, introducirse en las entrañas legales de tal ilegalización lo considero una pérdida de tiempo. Más aún, lo que han hecho no me sorprende en absoluto. Y si alguien pudo tener alguna esperanza de que con este gobierno las cosas serían distintas, lo único que puedo decir es que les rodeaba una extraña ingenuidad; o una culpable ignorancia.

Lo curioso, por tanto, no es que se actúe usando interesadamente la justicia, que es lo que se ha hecho siempre y en función de mantener el poder. Lo curioso es que pocas o ninguna voz (recientemente, nobleza obliga, se ha puesto en marcha un manifiesto de protesta) se alcen en el territorio español para denunciar con fuerza lo que está sucediendo; es decir, privar del derecho a voto a una parte nada despreciable de Euskal Herria; y eso independientemente del valor que uno le dé a votar o no votar. Permítaseme, en este punto, recurrir a mi experiencia personal. En el último mes, y entre otras cosas, me han llamado a participar en el Foro Social Mundial o en la Plataforma para encausar a Aznar por la invasión de Irak. Me parece muy bien. Pero nadie me ha llamado ni a mí ni, en lo que conozco, a nadie para discutir y tomar postura sobre lo que está ocurriendo en nuestra tierra. Es como si este tipo de problemas se hubieran tachado de la agenda de cualquier programa de la izquierda. Es como si los restos de un pensamiento resistente ante el poder en curso se hubieran secado en lo que atañe el País Vasco. Por miedo, por desencanto, por indiferencia o por otros motivos pseudoideológicos, la soledad es total y el desierto no permite ver el más mínimo oasis.

Se objetará que han sido los defectos achacables a la izquierda abertzale los que han producido tales actitudes. No seré yo quien niegue que una seria autocrítica es necesaria en las filas del independentismo vasco. Pero de ahí a la dejación total hay un abismo. Porque existe el derecho a la libre autodeterminación con su consiguiente aplicación real y no ficticia, a la libertad ideológica que no tiene por qué acomodarse a éste u otro partido ya domesticado, y a no aceptar los límites de todo tipo que imponen los estados existentes. Y, sobre todo, porque la gente realmente demócrata ha de llegar hasta el final, ser consecuente; ser, en suma, radicalmente demócratas. Y lo que está ocurriendo, por el contrario, es la anulación de la democracia.

Recientemente un veterano y admirable abertzale me expresaba su decepción por la pasividad general ante lo que él llamaba «la caza del vasco». No sabría muy bien qué contestarle. Por un lado, no es el momento para cargar las tintas sobre los defectos antes apuntados. Y, por otro, no puedo por menos que constatar una vez más que uno de los escollos con los que choca la izquierda española más real es Euskal Herria. En este caso suele suspender. Quién sabe si habrá un septiembre para aprobar. Pero entre suspenso y aprobado, ¿no se tendrían que haber cuidado más las relaciones con otros pueblos, empezando por los más cercanos?

Javier Sádaba filósofo

Artículo original

imerburu dijo

si este titular fuese cierto, me veo al PP montando un estanco.

tirita dijo

Infundios sobre la Fundación Joxemi Zumalabe

Por Fernando Olalde Arbide

Quien más y quien menos ha conocido algo sobre el transcurrir del juicio 18/98 y la sentencia condenatoria hecha pública el pasado 19 de diciembre. En lo que respecta a los miembros de la Fundación Joxemi Zumalabe, con imputaciones inconsistentes y hasta incoherentes, se nos ha condenado a penas de 9 o 10 años de cárcel al atribuirnos un delito de colaboración con ETA en materia de desobediencia civil. Una auténtica pesadilla.

Mi actual situación de libertad provisional bajo fianza me permite proclamar públicamente que la sentencia se equivoca, que nada de lo que afirma respecto de la Fundación responde a la verdad y que las condenas impuestas son radicalmente injustas. En el presente caso, la “verdad judicial” nada tiene que ver con la “verdad material”.

La Fundación no tiene ni ha tenido ninguna relación con KAS o EKIN. Menos aún ha seguido ningún criterio impuesto o promovido por ETA, ni ha impulsado ninguna actividad anteriormente controlada por ASK. Debo afirmar tajantemente que la Fundación ha actuado, actúa y actuará siempre con criterios de plena independencia, sin seguir instrucciones de nadie, ni mucho menos, aceptar imposiciones.

Escribo “actuará” en futuro, porque a la Fundación no se le ha ilegalizado ni en el transcurso de todo el proceso ni en esta última sentencia. La Fundación sigue funcionado con todos sus derechos y con sus objetivos de favorecer la formación, la comunicación y el trabajo en común de grupos y movimientos sociales plurales. La Fundación ha sido valorada por distintas y variadas instancias que han requerido de su interlocución para mediar ante intereses a veces contrapuestos. Prueba de ello ha sido los 85 testigos (a los que, por cierto, agradecemos desde aquí su colaboración) de todo de ideologías y colores, que declararon en el juicio acerca de las actividades de la Fundación y de sus miembros. Tales testimonios han sido injustamente menospreciados por la sentencia dictada, pero creemos son importantes y sumamente reveladores de la realidad de las cosas muy alejadas la realidad que “construye” la sentencia.

Una entidad tan poco sospechosa de simpatías con ETA como es Eusko Ikaskuntza nos encargó en el año 2000 un trabajo de “diagnóstico participativo de la sociedad civil” para su XV Congreso. El trabajo se presentó en noviembre de 2001 cuando ya estábamos procesados y en libertad provisional a la espera de juicio. El Congreso fue inaugurado por el lehendakari, señor Ibarretxe, y por los diputados generales de las tres Diputaciones de Araba, Bizcaia y Guipúzcoa, el presidente del Congreso, don Xabier Alkorta, a la sacón director general de Kutxa, nos felicitó por la labor realizada. ¿Puede alguien en su sano juicio pensar que esas personas puedan invitar a participar en sus actividades a algún organismo sobre el que pese la más mínima sombra de colaboración con ETA?

La Fundación también dinamizó, durante los años 2001-2002, la secretaría en la coordinación de una treintena de radios locales libres y comerciales para la creación de un centro de producción y distribución telemática de programación. Entre otras, participaron Euskalherria Irratia de Pamplona y Herri Irratia, de Donostia. Todos los participantes felicitaron a la Fundación pro el exquisito equilibrio mantenido para no primar ni desmejorar a unas sobre otras.

La Fundación participó en la organización de la celebración del primer y único Foro Social de Euskal Herria celebrado en Gastéiz en junio del 2003. Nuestra labor fue altamente valorada por el conjunto de los casi 60 grupos participantes. No sólo nadie se sintió manipulado sino que se reconoció que sin esa labor de mediación de la Fundación hubiera sido difícil sacarlo adelante. Así lo declaró Mikel Noval, de ELA, en el juicio, al que acudió como testigo.

La Guía de Organismos y Movimientos Sociales tiene más de 1.500 entradas, correspondientes a otros tantos organismos que quisieron que su nombre y sus datos figuraran en la misma. Desde su publicación se encuentra a la venta en cualquier librería. Nadie ha visto intereses espurios en ella, salvo la sentencia.

En la iniciativa Herria Mugi, surgida en el marco de unas jornadas de debate y reflexión dinamizadas por la fundación y que ha celebrado cuatro encuentros anuales (1999 – 2002), han participado grupos de todo tipo, condición y color. Han tenido su propia dinámica y han alcanzado sus propias conclusiones. Ningún control existió sobre las mismas. La Fundación sólo posibilitó el encuentro. Esa amplia variedad de grupos nos avala y desmiente ningún tipo de control y/o manipulación.

Otro puntal condenatorio de la sentencia dictada es atribuirnos la condición de ser instrumento de ETA para socializar una supuesta estrategia de desobediencia civil. La sentencia describe esa presunta estrategia haciendo alusión al carnet de identidad vasco, las selecciones deportivas nacionales, la insumisión fiscal y el boicot a las loterías y quinielas. La Fundación nada tiene que ver cono ninguna de esas reivindicaciones. Pero en todo caso, debe señalarse que personas, cuya posición de frontal oposición a ETA es pública y notoria, declararon como testigos en el juicio señalando que tiene el DNI vasco y que apoyan la reivindicación de selecciones deportivas nacionales (Joseba Egibar, presidente del GBB del PNV; Ramón Labaien, ex consejero de culura del Gobierno Vasco y ex alcalde de Donosita). Responsables del Movimiento de Objeción de Conciencia, de ideología obviamente incompatible con cualquier tipo de violencia u organización militar, declararon que la insumisión fiscal es una reivindicación histórica y tradicionalmente defendida por su movimiento. ¿Dónde está la sumisión a la estrategia de ETA?.

Las 40.000 personas que el pasado 29 de diciembre apoyaron la reivindicación de las selecciones deportivas nacionales acudiendo al estadio de San Mamés a presenciar el encuentro entre las selecciones de fútbol de Euskal Herria y Cataluña ¿también actuaban al dictado de ETA? Y los altos representantes institucionales de las comunidades autónomas del País Vasco, Cataluña y Galiza que, con tal motivo, suscribieron un compromiso de reivindicación e impulso de las citadas selecciones ¿también lo hacían siguiendo una estrategia de ETA? Resulta absurdo y ridículo.

Los miembros de la Fundación tienen muy diferente grado de identificación e interés por la cuestión de la desobediencia civil. La Fundación como tal nunca se ha pronunciado al respecto, ni lo hará, porque no le corresponden ningún tipo de pronunciamiento específico, ni en ésta, ni en cualquier otra cuestión. La Fundación no hace campañas. En todo caso, no está de más señalar que desde mi punto de vista es incompatible el impulso de la desobediencia civil y el ejercicio de la violencia.

Nadie puede colaborar con ETA sin saberlo ni quererlo. En el País Vasco no todo lo que se mueve en torno a los movimientos sociales pertenece a estructuras de las izquierda abertzale ni, mucho menos, a ETA, aunque desde el poder establecido se pretenda esa identificación PARA criminalizar y anular las iniciativas alternativas. Dentro de esos movimientos e iniciativas somos muchos lo que no admitimos manipulaciones de estructuras politizadas y pensamos que el accionar de ETA es, además de vulneradora de derechos humanos, nefasta para el progreso político de nuestro pueblo.

Es realmente injusto y doloroso encontrarse en una tesitura en la que se te condena a largos años de prisión porque se te imputa colaborar con algo que tajantemente rechazas.

La Bombilla Fotógrafa dijo

Yo lo que alucino es que se haya condenado a este hombre, con este mensaje, por 9 o 10 años, por colaboración con banda armada.

¿Colaboración en qué? ¿A qué?…

La verdad es que, esto es un ejemplo de que lo que se está persiguiendo a la idea del independentismo, así ya que pasábamos por Valladolid… , el Pisuerga ha permitido que a río revuelto, se cometan injusticias como estas…